domingo, 23 de marzo de 2014

¿Van unidos el sexo y el amor?

La romántica idea de que el amor está estrechamente ligado a las relaciones sexuales, o sea, que el sexo sin amor es algo vano o vacío, genera polémicas, y mil y una discusiones.

No se trata de un tema baladí, ya que es tenido muy en cuenta por la mayor parte de las sociedades que permiten el desarrollo de la sexualidad solo en el contexto de una unión formal monogámica: el matrimonio.

Esta idea que, casi desde el inicio de la civilización, tanto nuestro entorno cultural como la mayoría de los demás ha infundido y promovido penalizando su incumplimiento, para muchas personas no sirve. Para éstas, compartir toda una vida con el mismo individuo puede resultar cuando menos aburrido, sino desmotivador y, a la larga, ahuyentador de su deseo sexual.

Desde luego, para practicar sexo no se necesita sentir amor, ni siquiera se necesita a otra persona, sin embargo la ciencia ha demostrado que existe una clara conexión cerebral entre el sexo y el amor.

C. Sue Carter, neuroendocrinóloga norteamerica, realizó en 1.990 una serie de estudios en ratones de pradera que de manera característica mantienen relaciones sexuales monogámicas durante toda su vida. La tesis que guio los estudios de la doctora Carter, que aparecen publicados en 1992 (Carter CS. Oxytocin and sexual behavior, Neuroscience and Biobehavioral Reviews. 1992. 16: 131–144), era que este inhabitual comportamiento de tan singulares ratones estaba probablemente relacionado con alguna característica especial de su metabolismo interno. Reflexionando, consideró que muy bien podría estar relacionado con una hormona, la oxitocina, por entonces ya bien conocida aunque insuficientemente estudiada.

A través de sus trabajos pudo determinar que bien se podría considerar a la oxitocina como la hormona "del amor", al desempeñar un papel fundamental en aspectos como la relación madre-hijo (calidez, apego y comportamiento maternal), el enamoramiento y, por supuesto, en las relaciones sexuales.


Años más tarde, en 1998, la Dra. Carter descubrió que la dopamina y la oxitocina actúan de manera combinada durante las relaciones sexuales. Descubrimiento que viene a significar que las sensaciones de amor profundo y de unión que, por ejemplo, explican la actitud protectora de la madre hacia sus hijos, intervienen del mismo modo en el placer y la satisfacción sexual, de manera que el sentimiento de amor y la sensación del placer sexual mantienen una relación mucho más estrecha de lo que con anterioridad se suponía.